Hace un año decidí participar en el GTP 60K. La elegí entre otras, porque después de 3 maratones -2 de ellos de montaña- y una prueba de 50 kms con 5000m de desnivel (Q50 Lozoya) me parecía el salto natural. Las tres cifras aún quedan lejos, poco a poco las cosas se disfrutan más. Creo que este tipo de pruebas son como la cocina, una buena receta necesita su tiempo.
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Llegando al ecuador de la prueba, La Granja |
Comenzaron así semanas de entrenamiento duras, en las que el trabajo de fuerza y propiocepción que no me salto nunca, se combina con la calidad y los rodajes largos. Tampoco me he perdido las charlas de la organización relativas a entrenamiento, material y nutrición en las que he tomado nota como buena alumna. Y cuando te quieres dar cuenta, el contador se pone a 1 día. Y tiemblas, y repasas todo el material una y otra vez y.... te ves con un dorsal en el pecho.
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Noche previa, disimulando nervios |
Horas previas: pude disfrutar de una cena riquísima en el restaurante Rompicapo de Navacerrada. Nos trataron de maravilla, el sitio es precioso y se come genial. Nos juntamos gente del 60, de los 80, de los 110 y del Cross Nocturno además de los pomponeros.
La salida de las pruebas largas, simplemente espectacular. Los frontales encendidos, la música de "El último mohicano" a todo trapo... hala, a verlo en Internet porque es espectacular.
Y después de una noche de poco dormir por los nervios, nos tocaba a nosotros.
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Con Antonio y Buru, mis compis de entrenamiento estos meses |
Mi carrera: salida tranquila sabiendo que en unos minutos encontraré mi lugar sin necesidad de ir zigzagueando y perdiendo una energía valiosísima para horas más tarde. Subida al Reventón con Buru, disfrutando, haciendo fotos, charlando con la gente. Desde ahí cojo mi ritmo, algo más fuerte, me siento bien y quiero llegar a Peñalara antes de que apriete el calor. A las 11,20 llego y me sorprenden Alberto, Jan y Ruth con sus ánimos y su sonrisa. ¡Gracias! Desde ahí, una bajada técnica pero muy bonita hasta La Granja, donde hay mucho público para recibir a los compañeros de 80 y los ánimos son espectaculares. Emocionada llego al avituallamiento. Voy genial de sensaciones pero valoro que ante mí quedan kms corribles pero que me pueden pasar factura si me achucho. Prefiero tirar de freno, queda la mitad. Me encuentro con el grandísimo Mayayo y como me pasaría durante toda la carrera, con Juanlu. Cuando yo llego a los avituallamientos él sale, pero es un subidón verle y que nos animemos mutuamente.
Los kms parecen avanzar más lentos entre las familias que disfrutan de un bonito día en el río. Sé que queda lo peor, la subida a la Fuenfría pero charlar con los compañeros que me voy encontrando me ayuda, espero que a ellos también. Y tras descansar unos minutos en la Casa de la Pesca llega el momento de apretar los dientes. Es increíble lo que puede tirar la cabeza cuando unas patitas cortas parecen no dar más de sí. Poco antes de llegar al Puerto empiezo a escuchar cencerros y gritos de ánimo. No puedo explicar como se han portado en todos los puntos de avituallamiento, no he visto nada igual. Sin duda, los voluntarios del GTP son el alma de esta prueba. Y comienza el camino Schmidt que nunca antes se me había hecho tan largo, pese a la compañía de una pareja de curtidos ultreros.
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Km 50, en plena subida. Acababa de cruzarme con Pablo Motos haciendo senderismo, lo prometo, no estaba delirando por el calor |
Estoy cerca del puerto y este es el punto en el que había quedado llamar a Sagri para que ella hiciera la estimación final de tiempo en meta y esperarme. Entonces mi carrera cambió. Estaba preparada para dolores musculares, problemas de estómago, ampollas... pero no para enterarme del fallecimiento del padre de mi amiga Inma. Ella iba a compartir este fin de semana con nosotras, pero el súbito empeoramiento de su padre el día anterior lo impidió. Lo que no esperábamos en ningún caso era un desenlace tan rápido. En el puerto me tomé mi tiempo, sentada, porque no tenía que recuperar solo electrolitos. Observé como la gente comenzaba el último ascenso antes de emprender la bajada hacia la meta. No sé cuántos minutos pasaron hasta que emprendí la marcha, pero esos 10 kms ya no fueron iguales.
Mi idea si todo iba bien, era moverme entre las 10 y las 12 horas y contando que la salida fue a las 8,15 le dije a Sagri que me esperara en meta a partir de las 18,15. Creo que podrá perdonarme, llegué a las 18,16. Tiempo final: 10 horas y un minuto.
A la vista de lo que os he contado, está claro que he ganado. No porque haya sido primera o haya hecho un tiempo espectacular, sino porque he cruzado la meta tal y como esperaba, feliz, con la sensación de haber hecho muy bien las cosas. Solo hay algo que cambiaría de la prueba y es ajeno a ella, por eso desde aquí también te envío todo mi cariño Inma.
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En meta con Juanlu, mi referencia durante toda la carrera |
En definitiva, que la prueba es increíble y que si bien los pies iban castigados por el calor los últimos kms, no me arrepiento de no haber apretado hasta meta bajando de las 10 horas. No conecté el GPS en ningún momento, solo veía la hora, no necesitaba más. Si no lo hubiera hecho así me hubiera perdido charlar con mucha gente, entre ellos José Antonio (Guadarrama Trail) y otros tantos corredores sin nombre que pese al cansancio esbozan una sonrisa y encuentran una palabra de ánimo. Si no lo hubiera hecho así, no hubiera sido mi carrera.
Mis compañeros Antonio y Ricardo también lo han conseguido, y tengo mucho que agradecerles, al igual que a todos los que me habéis animado estos meses, en especial a Sagri.
Como algunos ya sabréis por el facebook gané un viaje para 2 personas al maratón de Berlín gracias a El Corte Inglés, así que mi próxima parada será allí el 29 de septiembre. Espero no haberos aburrido mucho con la crónica ¡Felices kilómetros!